El
congreso
del
PP
de
marzo
nos
dejó
a
Lorenzo
Agustí
renovando
su
mandato,
con
las
voces
discordantes
de
los
otros
dos
candidatos
que,
a
pesar
de
la
posible
impugnación
por
alrededor
de
una
decena
de
militantes
que
no
pudieron
votar
por
no
estar
acreditados,
puso
de
manifiesto
la
aplastante
mayoría
del
candidato
"del
pueblo".
Esta
situación
recuerda
un
poco
a la
de
su
antecesor
en
la
alcaldía
de
Paterna,
el
fallecido Francisco Borruey,
que
en
la
segunda
legislatura
le
salieron
también
voces
discordantes.
Sin
entrar
a
valorar
que
fuera
por
los
mismos
motivos,
(en
algún
caso
seguro
que
no),
en
ambos
la
mayoría
fue
para
los
alcaldes,
y
solo
el
voto
de
los
vecinos
en
las
elecciones
municipales
del
2015
dirá
si
la
historia
se
repite,
como
le
pasó
a Borruey
en
2007.
Ahora
bien,
la
democracia
interna
en
los
partidos
es
loable,
pero
cuando
se
persiguen
fines
personales
o
laborales,
no
tanto,
pues
deja
aparcado
el
verdadero
valor
de
un
político,
servir
a
sus
vecinos
para
que
sus
necesidades
cotidianas
las
realicen
lo
mejor
posible,
sin
la
ambición
del
poder
que
mueve
a
alguno
de
ellos
y
sobre
todo
dejando
trabajar
a
los
que
tienen
al
lado,
que
han
ganado
electoralmente,
sin
ponerles
trabas
ni
triquiñuelas
legales
para
conseguir
ese
bien
personal.
Porque
eso
lo
único
que
consigue
es
la
destrucción
de
la
organización
política,
social
o
vecinal,
frenando
el
que
pueda
conseguir
los
fines
por
los
que
se
ha
creado.
Y
dejando
al
lado
la
política
en
el
mes
de
abril
volvemos
al
ocio
y la
diversión:
Mig
Any
de
Intercomparsas,
(otra
vez
sin
arroz
con
nabos,
que
ya
no
lo
paga
el
Ayuntamiento).
Pasarela
de
comercios,
Fiesta
de
la
Siembra
y de
nuevo
en
Campamento
solo
podrá
quedar
uno.